¡ÁNIMO, PAPÁ!

¡Qué difícil es moverse aquí dentro! Cuando sin querer doy una patada a mi mamá y la oigo quejarse, intento quedarme quieto para no hacerle mucho daño. Creo que está ya acostumbrada, porque llevo ocho meses haciendo lo mismo… ¡Ups! Perdonadme, no me he presentado. Creo que me llamaré Pablo. Digo creo porque he oído a Andrés y a Paula, mis padres, hablar sobre mi nombre. Estoy dentro de la barriga de mi madre y, según mis cálculos, naceré el 28 de octubre. Los médicos dicen que saldré de aquí el 17 de ese mismo mes, pero hacedme caso, soy yo el que lo controla todo.

Hoy Paula lleva un día un poco ajetreado porque me encuentro muy incómodo y al moverme la hago daño.

Mi papá pasará el día fuera, pues hoy juega un partido de fútbol muy, muy importante en Valencia, con su equipo Trueno CF. Mi mamá tiene 18 años y a la pobre se la junta todo: el último año en bachiller, las preocupaciones por cuidarme bien cuando nazca…

El año pasado, por lo que he oído, mi padre se partió la tibia y el peroné de la pierna izquierda en el último partido de la temporada. A mi madre le preocupa que pueda hacerse daño trabajando y jugando. Su trabajo es duro. Sube y baja de los andamios y carga mucho peso.

Os contaré que ocurrió el día que se partió la tibia: 27 de septiembre de 2010. Partido de final de temporada, Trueno CF - FC Peloteros. Comienza el partido.

Los dos equipos más fuertes del momento se enfrentan en el terreno de juego. El Trueno CF ha salido al campo muy motivado gracias a Andrés, su capitán.

Minuto 33 de la primera parte, gol del FC Peloteros. Andrés y su equipo cogen fuerzas, ánimos para remontar y justo, dos minutos más tarde, un gol espectacular del Trueno, limpio, por toda la escuadra izquierda a cargo de Marqués. Las gradas estallan. La afición se pone en pie y anima a su equipo. Desde ese momento, el Trueno CF se adueña del campo y los peloteros van perdiendo energía. Final de la primera parte. Empate 1-1.

Cada equipo, en sus respectivos vestuarios, prepara la jugada que decidirá quién debe ser el campeón de campeones del año. Comienza la segunda parte. Los jugadores de ambos equipos calientan motores. Minuto 17, Andrés marca un tanto perfecto que pone a su equipo a la cabeza. Sus compañeros se abalanzan eufóricos sobre él para felicitarlo. El partido sigue y el ambiente se caldea. El equipo sigue bien, en su línea, perfecto.

Se oye hablar al comentarista y en ese momento el dorsal número 4 del equipo contrario le realiza a Andrés una tremenda y espantosa entrada. El partido se para. Los gritos de dolor se escuchan por todo el recinto y desgarran los oídos de los espectadores. El jugador es expulsado y Andrés es trasladado con urgencia al hospital más cercano.

La rotura es grave pero se recuperará –esto es lo que escucha Andrés al despertarse de la operación.

Abre los ojos y se ve allí, en la camilla del hospital con un médico explicándole algo a Paula. Harán falta por lo menos 10 meses.

Opta por no avisar que está despierto, prefiere cerrar los ojos otra vez, o hacer como que duerme. Nunca le han gustado los hospitales, así que huye de esa forma de la situación, aunque sea por unas horas.

Después de 15 días en una camilla tumbado, dan el alta a Andrés. Descansa, se recupera tranquilo después de tantas preguntas, visitas y chequeos hasta que hoy vuelve a guerrear de nuevo.

¡Qué pena que yo no pueda verte en el partido! Sé que lo va a hacer muy bien y espero que me dedique algún gol. Solo me queda añadir: ¡Ánimo, papá!

                                                                                                                       Patricia Infante Pastor. 4º ESO.